Platicamos con Sayak Valencia, activista transfeminista, filósofa, poeta, ensayista, investigadora de la frontera norte y autora de Capitalismo gore (2010).
«Lo que necesitamos es desobedecer», asegura la poeta, filósofa y activista lesbiana Sayak Valencia (Tijuana, 1980), quien se encuentra a las orillas de lo que ella misma nombra «el mundo feliz del desengaño», descripción que guio gran parte de su libro Capitalismo gore.
Tijuana (México) es una ciudad de fisuras y una región que —a pesar de ser un límite geopolítico y cultural— alberga las visiones de los excesos. Se habla de ella como una urbe global, pero sus gobiernos estatales y municipales olvidan a las y los habitantes como beneficiarios de las agendas políticas. CONOCE A AUDRE LORDE, ÍCONO DE MUJERES SÁFICAS.
This is Tijuana desde la perspectiva de Sayak Valencia
Por naturaleza, los territorios conquistados —sea por colonos o propietarios de maquilas— se aferran a estrategias que les permiten sobrevivir. La estetización de las fronteras es un proyecto engañoso: materializa la convivencia y fricción entre las calles aledañas a la Avenida Revolución y los recovecos de la colonia Tres de Octubre.
Estas premisas —y realidades— son el epicentro de la poesía de Sayak Valencia. DESCUBRE LAS LECCIONES DE SILENE SALAZAR, ACTIVISTA INDÍGENA Y LESBIANA.
“This is Tijuana”: un lugar en donde empieza y termina la patria. En ella se hace visible que la modernidad es un proceso inacabado. No es menor que se le reconozca como «la última esquina de Latinoamérica». «Habitar la frontera es ser próxima a las condiciones de vida de la gente», sostiene Valencia, quien—pese a sentirse orgullosa de ser una de las teóricas referentes de nuestro país— reconoce que «habría estudiado música».
En Tijuana, la mayoría de las familias pertenecen a la clase trabajadora:
«Tener un piano no era algo que pudieras permitirte con facilidad. Era más fácil que te dieran un libro que un piano».
«Habitar en una frontera hace que tengas las noticias sobre las condiciones de vida de mucha gente»: Sayak Valencia
Durante su infancia, Sayak fue testigo de cómo Baja California se convirtió en el hogar de más de 50 000 obreras y obreros. La promesa discursiva de los 80 trató de ser un contrapeso al recrudecimiento de la precarización laboral. Desde muy pequeña, la activista entendió que el lenguaje puede funcionar con las mismas trampas de cualquier narrativa sobre las fronteras. Separa, delimita, confina, libera, protege y tortura.
«Aprendí a leer y escribir a los tres años. Mi acercamiento a la filosofía y al activismo es una cuestión de enamoramiento vital con el lenguaje».
La geografía no solo nos alberga —o despoja— como parte de la ciudadanía. Funciona como un símil de nuestras trayectorias biográficas. Existen muchas falacias en torno a Tijuana. Una de ellas es creer que es desierto. Baja California es una entidad enmarcada por cuerpos de agua salada y dulce.
El más cercano a Sayak era el Río Tijuana. Como todo cauce, el lenguaje atraviesa y perfora terrenos. «Corre por mis venas», afirma la también docente en “5 poemas”. MIRA CÓMO ES LA RESISTENCIA LÉSBICA EN EL EZLN.
El Estado-nación como proyecto colonial
Escabullirse diariamente entre las demandas de justicia para las víctimas de feminicidio obligó a que Sayak se uniera a la denuncia de la investigadora Mariana Berlanga. Nos están matando. Ante el lucro estatal y mediático con la desaparición forzada, propuso otras metodologías de agenciamiento. Esta es una de las entrelíneas de Capitalismo gore.
En cada una de sus conferencias y talleres, la autora nos recuerda que no es suficiente con tomar riesgos en los espacios académicos, pues estos funcionan a partir de una «metodología androcéntrica, sesgada y machista». CHECA LAS LECCIONES QUE BELL HOOKS LE DIO A LAS MUJERES SÁFICAS.
A lo largo de todo su trabajo, Sayak Valencia ha puesto en evidencia una de sus declaraciones en Encuentro: Más allá de la censura, por una imaginación política que escape a las ortopedias críticas y paternalistas. Ahí dice:
«Todo término tiene un archivo epistémico, racial, de clase, de género y geopolítico».
Al igual que otras autoras —por ejemplo, Julieta Paredes Carvajal—, Valencia considera que el concepto de Estado-nación hace referencia a un proyecto colonial. Como lo ha expresado en múltiples ocasiones, «Capitalismo Gore (2010) es sobre el estudio de las masculinidades».
Según apunta, la cartografía de las masculinidades nos ayuda a entender a las fronteras como territorios de disputa. Para Sayak Valencia, abordar la(s) realidad(es) de la frontera norte implica denunciar la existencia y especificidad de un «patriarcado colonial». Al respecto explica lo siguiente:
«Las masculinidades que no se parecían a las del católico, colonialista, blanco y heterosexual eran rezagadas. Las masculinidades coloniales tenían como finalidad importar la violencia para gobernar a otros. Se legitimó el asesinato de las masculinidades que desobedecían. Estamos hablando de un caso específico de la masculinidad. Yo le llamo ‘necromasculinidad’. Es importante entender que la categoría de masculinidad tiene demasiada porosidad».
Disculpe las molestias, pero nos están matando…
«El silencio apuñala» y no solo metafóricamente. Sayak creció a la par del desplazamiento de las organizaciones criminales locales por las pugnas con el Cártel de Guadalajara.
Al igual que las y los periodistas que cubrían los focos rojos de la llamada Tierra Caliente, la docente fue muy cercana a la «estética de la crueldad» que documentó el trabajo filosófico de Ileana Diéguez y el acervo fotográfico de Mayra Martell. CONOCE LOS LOGROS DE LA LUCHA LÉSBICA PARA EL FEMINISMO LATINOAMERCIANO.
En Tijuana —así como en el resto del cinturón de la frontera norte—, la espectralización es una forma de gobierno histórica. Su principal dispositivo es el despliegue público del aparato represivo. «Lo que necesitamos es desobedecer. Porque la desobediencia está más vinculada a la paz que a la guerra», insiste Valencia.
Para la activista, la desobediencia también tiene que ver con el planteamiento y la defensa de otros imaginarios políticos. Desde muy joven, Sayak Valencia se convenció de que «el deseo de transformación viene de la gente y no desde las instituciones».
Por eso prefiere hablar de la potencia de la «sociedad (des)organizada», la gestión de los afectos y lo político. En sus términos, lo político se refiere a «una serie de desobediencias cotidianas».
Para Sayak Valencia, This is Tijuana 2.0
Sayak Valencia rechaza el término ‘polaridad’. Para ella, vivir en la frontera implica reconocer los lugares de encuentro. Tijuana es también ese surco en el que las necesidades se tejen con los afectos. CHECA LOS FANZINES CUADERNOS DE EXISTENCIA LESBIANA.
La ‘antigrita’ en el Centro Cultural de Tijuana (CECUT), la resistencia transfeminista y los grupos de acompañamiento a familiares que buscan a sus hijes son el reclamo de que el respeto a nuestra dignidad no depende de la patria ni de su —tramposo—reconocimiento monetizable.
Con Capitalismo Gore, Sayak dio cuenta de que el mundo está atravesado por «una desprogramación de la empatía». A los cuerpos los atraviesan relatos históricos. Se les exotiza en vida y se les niega en muerte. «Existen mil muertes del cuerpo», titula una de las lectoras de Ileana Diéguez.
Hay cuerpos sin duelo. Tijuana no es un desierto, pero algunos cuerpos tienen una muerte árida.
Una de las mayores trampas de la violencia es su adopción como vivencia normalizada y, hasta en cierta parte, legítima. La anestesia social no es una cuestión de comodidad para las poblaciones. Desde la perspectiva de Sayak:
«El sistema nos cansa para no poder pensar de una manera más amplia. El cansancio y la precarización económica material van encogiendo el marco de la percepción. No porque no seamos capaces, sino porque se vulneran las formas de percepción».
Frente a la desprogramación de la empatía
Como mecanismo de (auto)defensa, las sociedades adoptan al shock como una temporalidad. Sin embargo, este placebo convive con la constante activación de dispositivos de memoria colectiva. MIRA LAS RAZONES POR LAS QUE MARCHAMOS EL 25N.
Según manifiesta Valencia, también existe una «política postmortem» que niega la «ontologización de las imágenes» y, a su vez, se traduce en la creación de «imaginarios dignificantes». «Existen muchas formas de desobedecer», asegura.
Casi para finalizar nuestra charla, Sayak piensa en retrospectiva y confiesa que «aunque se escuche un poco retro», es fundamental «recuperar la sensación revolucionaria de los movimientos feministas y LGBT+ de la década de los 60». Tal y como lo expresa, esto no tiene como propósito desvalorizar «la apropiación del lenguaje popular sexodisidente del folclor digital».
La apuesta se encuentra en nuestra capacidad para «vincular nuestras luchas a proyectos de transformación social» y así «politizar nuestras identidades».
«Cada término que hemos logrado infiltrar en el imaginario colectivo le ha costado sangre a alguien».
En Tijuana, el clima no es tan seco como en Chihuahua. Esto no es un impedimento para que Sayak Valencia construya su propio relato y —a través de su poesía— asegure que «el desierto hierve» y que «entrar al juego es ver el fuego».
En el desierto no solo hierve la tierra; también la desobediencia alcanza su punto de ebullición.
¿Ya conocías a Sayak Valencia, activista, ensayista, poeta y autora originaria de Tijuana que escribió Capitalismo Gore?
Texto de Ana Flores